septiembre 13, 2017 8:00 am
Hace unas semanas viví una de las experiencias mas agradables que he tenido en lo que a entretenimiento se refiere. Asistí a un autocine, en Madrid, al norte de la ciudad.
La verdad es que hace ya muchos años que quería ir a uno de estos formatos “retros” de cine, estos que lo ves en paliqueas antiguas y que siempre te han llamado la atención por la comodidad que trasmite ver una película desde tu auto.
Al margen de la elección de la película, puedo dar fe que la experiencia fue muy grata. Supero mis expectativas en todo sentido y resuelve muchos de los “pains” que puedo sentir cuando voy al cine convencional, entre ellos:
Todos estos pueden ser algunos de los inconvenientes más comunes que pueden sentir en una sala. Mucho depende de la estación de año en que se proyecte la película, que haga que puedas disfrutarla con la ventana abajo de auto, sin que el clima se torne en un impedimento.
Ademas de todas estas facilidades, el ambiente del Autocine Madrid Race esta inspirado en los años 50´s, lo que evoca el recuerdo de las películas antiguas que anteriormente cité y le otorga un concepto distinto a la experiencia.
Si evaluamos la calidad de la imagen, quizá sea el punto más débil que encuentro a este formato y mucho se debe a la propia película y si la noche es la más apropiada (por oscuridad) para su proyección.
Compra de entradas, accesos y atención del personal son otros factores que fueron correctos, sin ninguna observación negativa. Lo único que hay que tener en cuenta en este tipo de formatos es llegar con la suficiente antelación para estacionar en un “buen sitio”.
Este punto es el único que podría argumentar como oportunidad de mejora, en la medida que desde el la compra por internet uno debería contar con la posibilidad de escoger la butaca o el número de estacionamiento que esté libre y que mejor le convenga. No es muy complicado desarrollarlo, supongo que dentro de poco estará disponible.
¿La película? Bien. Vi El Rey Arturo, muchos efectos especiales que quizá en el formato convencional de cine los hubiese apreciado mejor pero no restaron a mi valoración de la primera experiencia en este “nuevo” formato.
El lugar da como para plantarse rentabilizarlo con actividades posteriores a la proyección de la película. Venta de discos, vinilos, tener un espacio para tomarte una cerveza “a lo bar de los 50´s”, o incluso venta de camisetas “retro”, puede incrementar la satisfacción de los asistentes y los beneficios de los propietarios.
En resumen, la experiencia merece un WOW. Como ya mencionamos e otros post, lo difícil con este tipo de experiencias es poder mantenerlas en el tiempo y que el wow no sea sólo producto de la novedad sino que se vaya reinventándose constantemente.